La teología más que ser una ciencia sobre el tratado de Dios, debe ser para las generaciones actuales una opción de liberación, una manera de acercarnos al misterio de Dios mediante la vivencia de la fe, no el simplista y mal pronunciado discurso, el esclavizante y alienante como lo llamó Marx, sino la liberación de la humanidad de la mano de Dios. Si Cristo nos liberó con su sangre, la teología debe ser esa luz que tanto buscó San Agustín, luz que rompa las tinieblas de la opresión.
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